Primera exposición individual de Alberto Montes (Los Corrales, 1995). En mitad de la actual sobresaturación de imágenes, el artista reivindica el tiempo lento. Observar para desaprender, desprenderse de la lente que impide ver las cosas al desnudo, con sus irregularidades y sus volúmenes discordantes, sus transiciones tonales y su vitalidad violenta. Tanto su aproximación formal como sus inhabituales escalas y ángulos de visión invitan a olvidar lo que se ha vuelto costumbre, lo que ha perdido el lustre y el color, para poder reconfigurar esa mirada, para mirar el mundo como si lo viéramos por primera vez.