En su poema Manantial (1921), Federico García Lorca se sumerge en los entresijos poéticos del agua. Siempre persiguió plasmar la totalidad lírica de la naturaleza.
Rosa Aguilar y Agus Díaz Vázquez acuden al manantial a escucharlo cantar y, como Lorca, no logran descifrar su misterio, así que cada uno emprende una exploración pictórica que persigue desentrañar sus secretos y que, inevitablemente, desvela las construcciones iconográficas que los urbanitas han elaborado y proyectado históricamente en torno a la naturaleza y sus elementos.