La nueva exposición temporal de la Colección del Museo Ruso repasa la figura de Vladímir Maiakovski. Se definía como un poeta, pero en realidad su actividad creativa sobrepasaba los límites de la literatura y se adentraba en el plano artístico e interpretativo, formando parte del grupo de actores del primer tercio del siglo XX y miembro destacado del futurismo, además de un emisario de la revolución rusa. Llegó a decir de sí mismo que era un “poeta convocado y reclutado por la revolución”.
Tras pasar periodos en prisión por su actividad política, en 1910 se matriculó en la Escuela de Arte, Escultura y Arquitectura de Moscú. En este periodo recorrió Rusia con el movimiento futurista donde ejercía como poeta, artista y actor. El estallido de la Primera Guerra Mundial y los acontecimientos históricos posteriores le llevaron a convertirse en el poeta de la revolución y sus versos son un clásico de la poesía rusa.
Su aportación artística más importante se encuentra en las creaciones para la Agencia Telegráfica Rusa, con Las ventanas de ROSTA. Sus carteles trascendían del tono político y se convertían en publicidad, ya que Maiakovski concebía que sin el desarrollo económico y del comercio no era posible el desarrollo del Estado. En su vida coincidió con poetas y artistas de la talla de Picasso, que decía de él que “siempre va por delante de la multitud”.
No obstante, su ideario sobre la libertad y el arte no llegaron a coincidir con la deriva del estado soviético y en 1930 Maiakovski murió. Su enorme legado artístico y su personalidad son hoy día una fuente de inspiración y su recuerdo pervive en numerosas calles, plazas, parques y lugares públicos que llevan su nombre, honrando su memoria.