Más de 40 fotografías de Margaret Michaelis, Kati Horna y Montserrat Vidal-Barraquerque hacen un viaje a la Barcelona de los años 30 y 40 del siglo XX.
Margaret Michaelis, llegada desde Berlín en 1933, en el marco de la Segunda República, retrata la decadencia del Barrio Chino y el Raval, denunciando con sus fotografías las condiciones de vida de estos distritos obreros en el marco de una ciudad que aspiraba a su modernización, transformación y crecimiento. Por su parte, y apenas tres años después, la fotógrafa húngara Kati Horna retrata la vida tranquila de las calles de Barcelona en la retaguardia de la Guerra Civil.
Finalmente, y frente a la mirada más documental ofrecida por Michaelis y por Horna, la Barcelona de los años cuarenta es captada a través del lenguaje melancólico de la fotógrafa oriunda Montserrat Vidal-Barraquer, que supo esquivar las restricciones del momento impuestas a las mujeres para presentar una fotografía tan moderna como poética y refinada.
Estas imágenes, procedentes del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, el Arxiu Nacional de Catalunya y el Centro Documental de la Memoria Histórica, ofrecen tres discursos complementarios dentro de la fotografía callejera que conforman un relato unitario y coherente, a través del cual el Museo Carmen Thyssen Málaga reivindica el papel de las mujeres en la fotografía callejera española, pioneras en un contexto poco propicio para las artes en femenino.
Sobre las autoras
Margaret Michaelis (1902-1985)
Procedente de Berlín huyendo del nazismo, Margaret Michaelis, una fotógrafa judía de origen polaco, instaló su estudio en Barcelona entre 1933 y 1937. Por encargo del colectivo de arquitectos GATCPAC fotografió el Barrio del Raval y, entre el lunes 9 y el viernes 13 de abril de 1934, realizó un extenso reportaje de su zona más degradada, el llamado Barrio Chino, para apoyar las demandas de intervención urbanística e higienista en una zona que las fotos de Michaelis retratan además en su bulliciosa vida cotidiana. Calles en las que discurre la ajetreada actividad diaria de los vecinos de este entorno popular y depauperado, o fachadas y patios de edificios humildes con ropa tendida componen un mosaico de la Barcelona de la Segunda República donde se vuelcan los proyectos de progreso y transformación de la ciudad moderna.
Kati Horna (1912-2000)
El estallido de la guerra civil atrajo a España a numerosos fotógrafos europeos que se adentran en el frente o recorren las ciudades conforme avanza la contienda por el país. Kati Horna -cuyo apellido tomó de su marido, el artista español José Horna- llegó en 1937 por encargo del Ministerio de Propaganda Exterior de la República y visitó varias ciudades. En Barcelona pasó unos días, recogiendo con su cámara la aún tranquila vida de la ciudad, en la que también llamaron su atención el Raval y el Barrio Chino. Niños en las calles, vendedores ambulantes, paredes empapeladas de carteles políticos muestran la calma antes de la tempestad, que ella misma documentará en un viaje posterior, en marzo de 1938, en que será testigo de un bombardeo y de la destrucción que sufre la ciudad.
Montserrat Vidal-Barraquer (1902-1992)
Finalizada la guerra, la actividad profesional de las fotógrafas se interrumpió temporalmente, pues el régimen franquista impuso una severa represión a las mujeres y la cultura y las artes. Amparada por su condición de aficionada y buscando espacios donde pasar inadvertida, Montserrat Vidal-Barraquer fotografió la Barcelona de los años cuarenta, una ciudad casi vacía, donde la vida callejera se había vuelto más limitada, refugiada en los barrios como el Gótico o el Born, y en entornos vecinales. Su fascinación por la luz dio forma a unas imágenes con una atmósfera de ensoñación y nostalgia. Muy prolífica –dejó más de 22.000 negativos–, Vidal fue también impulsora del Grupo Femenino de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, ya en los cincuenta, que formó y agrupó a numerosas fotógrafas que continuarán el retrato de la capital catalana en las décadas siguientes.