MIRADAS A LO COTIDIANO. Museo de los sentidos 2019
Poder sentarse en los escalones de la puerta de casa a disfrutar un atardecer, caminar tranquilo por una calle agradable hacia una teteria, sentarse en un banco, admirar un árbol, tener encuentros…
A veces, la vida se vuelve tan complicada que resulta difícil no perderse en un torrente de sensaciones. Recuerdos dolorosos que nos recuerdan el pasado, sensaciones que nos llegan a través de los sentidos desde el presente, fantasías y temores que proyectamos hacia el futuro...
Este hecho, con frecuencia, hace que nos confundamos y lleguemos a un estado de saturación del que resulta complicado salir.
La necesidad de vivir y valorar la sencillez de lo cotidiano parece oponerse a nuestro estilo de vida occidental; el apego a la sencillez consiste, a veces, en dejar alejarse las ambiciones personales y los deseos. Apreciando las virtudes de la sencillez podremos aceptar nuestra propia existencia, manteniéndonos al margen de preocupaciones y dramas que, aunque no nos demos cuenta de ello, necesitan de nuestro permiso para inundar nuestra mente.
Mantener la mirada fijada en lo que ya ha pasado y en lo que aún no estamos experimentando es esa clase de complicaciones a las que nos aferramos sin darnos cuenta.
Dejar que la mente fluya en los momentos de calma, aprender a apreciar el desarrollo de cambio natural de las cosas, en definitiva, valorar la simplicidad como estilo de vida por encima de las apariencias, los deseos y las expectativas, no deja de ser una interesante propuesta para sentirnos mejor.