De LUIS CRUZ HERNÁNDEZ (Valladolid, 1950)
Luis Cruz estudió Bellas Artes en Madrid y, aunque siempre ha vivido en España, su obra se ha visto influenciada por las corrientes artísticas alemanas y francesas, países donde ha pasado algunas temporadas. A muy temprana edad fue galardonado con el Premio Nacional de Pintura y en el año 87 ya exponía en ARCO. Ahora la plasticidad aérea y el absurdo poético del vallisoletano llega a la Galería Rafael Ortiz. Un asombroso descubrimiento de los malabares del vacío, de las líneas y los ángulos, enmarcando y sosteniendo la invisibilidad. Los acróbatas de Luis, personajes de un imposible circo transgresor, nos muestran, con su armonía del movimiento constante, el florecer de la poesía y la belleza en un mundo de aristas caprichosas y oscuras profundidades. La obra de Luis Cruz Hernández asoma descaradamente a los pensamientos, a los sueños, incluso a los miedos. Sus imágenes oníricas invitan a hundirse en las cloacas de los mil y un grises del subconsciente. En unos cuadros donde el entorno es casi irrelevante, los personajes son los protagonistas. La gracia de su equilibrio, su danza, sus viajes, visiones ilusiones y sueños son quienes protagonizan la oscura magia de su narrativa. Es la inquietud de la vida en su puro florecimiento lo que este pintor rescata y evidencia del mundo que lo rodea. La poesía de las formas sin discursos, sino a través de su propia distancia.