En los terrenos cedidos por el Marqués de Larios en su zona de fábricas comenzó a levantarse a principios del siglo XX el edificio que hoy alberga el centro de cultura contemporánea de la Diputación, La Térmica. Se construyó para ser la nueva sede de la Casa de la Misericordia, una de las más antiguas de España y cuyos orígenes se remontan a 1862. Este pasado asistencial y de servicio a los más desamparados todavía resuena en sus muros. Un eco que el artista isidro López-Aparicio (iLA) ha recogido y transformado en el discurso expositivo de ‘^misericordia’
López-Aparicio, un creador de proyección internacional que siempre ha marcado su trabajo de un profundo carácter político y social, detiene en esta ocasión su mirada en esta Casa de Misericordia, el hospicio que recogía a niños huérfanos, sin posibilidades o abandonados y a los que ofrecía un hogar donde dormir, comer y recibir una educación. La exposición ‘^misericordia’ supone un viaje al sentido y al corazón de este centro, a su esencia más generosa y humanitaria, además de una reflexión sobre la política de los cuidados.
El artista, habituado a desarrollar estrategias artísticas que se adaptan a los contextos en los que interviene, ha recuperado y transformado en obras de arte la cultura material y simbólica de la antigua Casa, desde las sábanas de las habitaciones a las bandejas del comedor. La ropa de cama, muy deteriorada por el uso y el paso del tiempo, ha sido convertida en hojas de papel. En estos 330 papeles artesanales, se puede leer como una marca de agua el título de la exposición junto a una frase de ‘El Principito’.
También se han impreso en ellas los recuerdos fotográficos de su pasado. En cuanto a las bandejas de metal, han sido troqueladas con palabras en torno a comportamientos humanos como la generosidad, el amor, la humanidad, la empatía, la comprensión o el consuelo, analogías o silogismos de misericordia.
Otro material original que López-Aparicio ha reutilizado artísticamente son las sillas. Decenas de ellas, que se agolpaban en un almacén, se convertirán en una construcción circular, asegurada mediante cuerdas, que hará las veces de balancín o cuna, aludiendo a la función asistencial del espacio. Además, en la exposición hay una columna con otros elementos ya en desuso. En la sala también se puede ver la pieza ‘For the love’, una calavera sin dientes y con papilla que alude a la supervivencia humana en función a los cuidados de la comunidad.
Junto a estas piezas nacidas de la memoria y las vivencias de este contexto concreto, el artista despliega un amplio cuerpo de obra que aporta una visión crítica sobre algunas lacras actuales que generan violencia en función a la falta de una distribución justa de la riqueza, que interpela al espectador acerca de los valores humanos y la defensa de los derechos, y lo sitúa ante situaciones que despiertan compasión y llevan a la esperanza y la regeneración. La obra titulada ‘Acumular sistemáticamente riqueza es inmoral’, compuesta por lingotes dorados, se ha producido también para esta exposición.
En cuanto a las acciones posteriores a la inauguración de ‘^misericordia’, en el exterior de La Térmica se realizará una intervención en uno de los árboles que flanquean el paseo de acceso al centro. El material con el que se revestirá el tronco será el cartón-pluma que ha sido empleado como soporte de difusión de las actividades culturales de La Térmica. Y una de las actividades principales será la reunión de antiguos residentes del centro, que participarán en un encuentro con el artista. Este ejercicio de activación de la memoria está previsto para el 12 de julio. A los asistentes se les regalará uno de los papeles artesanales creados con las sábanas.
La muestra también cuenta con piezas anteriores de López-Aparicio que ayudan a entender las líneas medulares de su compromiso social y a establecer un diálogo con las propuestas más actuales. ‘^misericordia’ sirve, además de para recuperar el pasado, para explicar el entorno que hoy ocupa La Térmica, absolutamente distinto al que vio, entre industrias siderúrgicas y descampados, cómo nacía una institución que vino a marcar la toponimia del lugar y la memoria de los malagueños que crecieron entre sus amplios corredores y patios.