De Francisco Peinado.
La exposición está compuesta por cuadros en su mayoría de pequeño tamaño, realizados en óleo y técnica mixta, todo sobre cartón. Nautilus es precisamente el nombre dado a una de las piezas de mayor tamaño 130x70 cm. Pensada como un gran cetáceo, de su base marina surgen telas de colores para construir el collage perfecto. Un entramado a manera de enrejado negro, cubre el fondo con focos de luz que iluminan el cuadro por completo y crean misterio. La potente luz central aclara el espacio. Por los ligeros y numerosos barrotes caen y se precipitan formas, entre insectos y homínidos características del autor. El ángel malo está en la cúspide. Alguien empuja en silla de ruedas a un discapacitado mientras un desnudo femenino observa atentamente. Completa el ambiente marino la botella del náufrago. Arropada en chaqueta festiva propicia sueños de galeones hundidos, tesoros perdidos, pinceladas maestras. Esas pinceladas con las que el artista modela su obra y construye su mundo. El Capitán Nemo, como cualquiera de nosotros, disfrutaría añadiendo el cuadro a la extraordinaria colección que guarda en el salón del submarino.
La muestra es una exhibición de creatividad. Desde ese punto, todo es perfecto. Derroche de construir, pintar, exteriorizar emociones y proyectos. Manejar conocimientos, usarlos con agilidad e inteligencia, valerse de ellos para enseñar a los que poco sabemos.