Muestra colectiva que celebra el el 6º aniversario de la galería con obras de: Dionisio González, Agus Díaz Vázquez, Emma Marting, Pepe Domínguez, Livia Daniel, Pepe Barragán, Eladio Aguilera y Joaquín Sorolla
La exposición NO NO LUGAR se plantea como una reflexión crítica sobre el papel del espacio en la experiencia artística y humana, contraponiéndose al concepto de “no lugar” desarrollado por el antropólogo Marc Augé. Este término define espacios impersonales, transitorios y homogéneos —como aeropuertos, centros comerciales o estaciones de servicio— donde las personas permanecen anónimas, sin generar vínculos ni memorias, y cuyo valor radica más en su funcionalidad que en su capacidad de acogida o significación.
Frente a esta idea, NO NO LUGAR reivindica la capacidad del arte para transformar y resignificar los espacios. El título, con su doble negación, marca una posición: estos no son no lugares, sino entornos con personalidad que adquieren sentido gracias a la interacción entre la obra, el espectador y el contexto. La pieza artística no solo se muestra, sino que se apropia simbólicamente del espacio, transformándolo mediante su presencia, disposición y relación con quienes lo habitan.
Este proceso de apropiación se entiende como un fenómeno afectivo y simbólico, más allá de lo funcional. Aunque el término “apropiación” ha sido tradicionalmente asociado a connotaciones negativas —como la posesión indebida—, aquí se recupera en su dimensión positiva: la construcción de vínculos significativos entre las personas y los lugares. Esta vinculación puede surgir desde el poder institucional, a través de la monumentalización, o desde la comunidad, a través de la resignificación colectiva del entorno.
Así, el arte actúa como catalizador de procesos simbólicos. No es solo un objeto con valor estético, sino un agente activo en la construcción del sentido del lugar. A través de la experiencia directa —física, emocional y cognitiva— las personas incorporan la obra a su percepción del espacio, desarrollando apego, identidad y pertenencia. Esta dimensión simbólica permite que un entorno se convierta en algo más que un escenario funcional: se transforma en un espacio vivido y compartido.
En un contexto de globalización y transformación urbana, donde los espacios públicos tienden a desdibujarse o privatizarse, este tipo de apropiación cobra un valor esencial. La exposición subraya el papel del arte como herramienta para recuperar la dimensión social del espacio, fortaleciendo vínculos colectivos y fomentando una relación más consciente y responsable con el entorno. En definitiva, NO NO LUGAR es una invitación a habitar los espacios no solo con el cuerpo, sino también con la memoria, la emoción y la imaginación.