De ROBERT DOISNEAU.

Robert Doisneau (París, 1912 - 1994) se convirtió en todo un icono de la fotografía gracias a sus retratos de las calles de París. Hoy, veinte años después de su fallecimiento, La Térmica expone ROBERT DOISNEAU. RETROSPECTIVA. Una exposición de 50 de sus obras en blanco y negro, seleccionadas en parte por sus herederos y los responsables de su legado. Gracias a esta cuidada selección de imágenes conocidas, el espectador podrá realizar una relectura crítica y actualizada de la obra de Doisneau, y podrá apreciar como la belleza de sus imágenes, aparentemente espontánea, era fruto de una reflexión profunda y una ardua preparación. Doisneau, que nació en los suburbios del norte de París y creció en un mundo pequeño burgués, sintió una profunda admiración por aquel París que se alejaba de lo que él conocía. Casi sin proponérselo le llegó el reconocimiento, tras publicar la obra conjunta “Le Banlieu de Paris” en 1949 junto a Blaise Cendrars. De este modo, se convirtió en el retratista de la capital francesa y cosechó el éxito a nivel mundial, llegando a ser uno de los mejores representantes de la fotografía humanista. Y es que nadie como él ha sabido captar la fragilidad del momento efímero. La cámara fotográfica le acompañó hasta el momento de su muerte, así como la curiosidad por el mundo que le rodeaba. La exposición ha sido elaborada en colaboración con diChroma Photography, y podrá verse en la sala 014 del centro de cultura contemporánea La Térmica, hasta el próximo mes de enero. Esta selección proporciona una relectura crítica y actualizada de la obra del gran fotógrafo francés y muestra cómo la belleza aparentemente espontánea de sus imágenes era, de hecho, el resultado de una ardua preparación y de mucho trabajo. Robert Doisneau dio el salto desde la fotografía artesana a la obra de arte con gran naturalidad, capturando en película fragmentos de un mundo del que quería dar testimonio. Doisneau es uno de los representantes más importantes de la fotografía humanista. Durante muchos años se le ha considerado como el trovador del París pintoresco, con una mirada cautivadora y un sentido único por las anécdotas visuales inesperadas. Quizás por ello se le haya calificado también como el “poeta de los momentos puros”. Sin embargo, la obra de Doisneau es mucho más compleja y profunda de lo que sugiere esta reputación.