Lacomba es un artísta híbrido, que proviene del mundo abstracto. El pintor sevillano siempre estuvo interesado por el paisaje, y, sin ningún tipo de prejucio, se siente romántico –como afín a la corriente que surgió en Alemania a finales del siglo XVIII como contraposición al racionalísmo neoclásico. Los románticos plasman sus viviencias en hechos pictóricos, propugnan el arte onírico y una exaltación de a subjetividad. Descubren paisajes y se sienten atraídos por su aspecto más salvaje y misterioso. Los paisajes de Lacomba reflejan Doñana, y más allá, las marísmas, que es un escenario mas extenso, enigmático, sorprendente, abierto, “universal”, complejo. Se instaló en Pueblas del Río (anteriormente vivía en Carmona), y la marisma es su “lugar de estar en el mundo”. En este entorno el pintor vive experiencias, oye latencias o palpitaciones que plasmará en un lenguaje no verbal, que él mismo expresa así: ” Cosas que veo y las pinto o las pinto y las veo”. El pintor se refleja en su propio trabajo, respondiendo con la pintura. Los colores plasmados en los lienzos de Lacomba atrapan la mirada y conmueven el corazón del ojo que los absorbe. Un color de gran riqueza, obras de arte que comenzaron con el sentir de una emoción.