Nutrición
El cerebro egoísta
Por
Griselda Herrero Martín
Post #27

“En caso de emergencia, si va acompañado de niños, coloque primero su mascarilla y cuando la tenga bien colocada, proceda a colocar la de los niños”. Esta frase que la escuchamos cada vez que subimos a un avión la tenemos asimilada y tal vez podría resultar egoísta pero si la pensamos fríamente tiene toda la lógica del mundo. Ante una situación de estrés extremo, y una emergencia en un avión debe de serlo, es más lógico que el adulto, que puede ser más hábil, ponga su respiración a salvo y a continuación ayude a sus hijos. Si intentamos salvar primero la de los niños es muy probable que el nerviosismo de la situación se apodere de nosotros y acabe con la falta de oxígeno de ambos.

Algo parecido le ocurre a nuestro cerebro. Primero come él y después los demás órganos. Es decir, lleva a la práctica ese refrán de “quien parte y reparte se lleva la mejor parte”. Nuestro cerebro necesita glucosa para su correcto funcionamiento. Glucosa, no azúcar. Nuestro cerebro no necesita azúcar, y la glucosa la puede obtener de cientos de alimentos.

Ante cualquier situación de estrés, nuestro cerebro antepone la función cognitiva sobre la producción de energía para funciones menos necesarias, es decir, primero se pone la mascarilla y luego ayuda a ponérsela al resto, de ahí que adquiera el sobrenombre de “egoísta”. Repartir energía según la demanda del cuerpo sin tener en cuenta sus propias necesidades, siendo además el órgano que debe mantener el control y tomar las decisiones, sería un suicidio. Nuestro cerebro necesita servirse primero, tener la despensa llena para su buen funcionamiento y colocar un “colchón” energético para responder de la mejor manera a cualquier estímulo o estrés ambiental.

Como mencionábamos anteriormente, nuestro cerebro puede obtener glucosa de cualquier alimento prácticamente y aquí es donde entra en juego el papel de una alimentación saludable. El cerebro humano pesa aproximadamente el 2% del total del cuerpo, pero puede consumir hasta la quinta parte de los hidratos de carbono que ingerimos. Por un lado, podemos comer frecuentemente productos azucarados, hiper calóricos y con una calidad nutricional pésima. A él le da igual, va a obtener de estos productos su energía necesaria y cuando esté saciado repartirá para el resto de funciones (dado que estos productos son nutricionalmente pobres, quedará bien poco que repartir). Y por otro, podemos alimentarnos de forma saludable. Del mismo modo, él se va a nutrir primero, pero en esta ocasión sí tendrá nutrientes que repartir al resto del cuerpo.

En definitiva, sabemos que el cerebro va a ser el primero en comer, pero si realizamos elecciones saludables también nos tocará un buen manjar para que nuestros órganos, huesos y músculos disfruten del momento.

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