Exposición de las obras de Luis Tristán pertenecientes a la colección permanente del Museo: la Inmaculada, recién restaurada, San Luis obispo de Tolosa, San Antonio de Padua, San Bernardino de Siena y San Diego de Alcalá.
El pintor Luis Tristán (Toledo?, 1580/1585 ¿ Toledo, 7. XII.1624). Fue el discípulo más destacado de El Greco, Domenico Theotocopouli (1541-1614), y mantuvo una larga amistad con su hijo Jorge Manuel. Tras morir su maestro se convirtió en el pintor más afamado de su ciudad. Toledo había perdido relevancia política en favor de Madrid, aunque mantenía una nutrida representación nobiliaria y mercantil, así como una notable presencia de órdenes religiosas. Cabeza de un obispado de amplísimo territorio y significativa riqueza material, conservaba una fecunda actividad artística.
Tristán visitó Sevilla según se desprende de sus anotaciones al libro Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e architettori del pintor y arquitecto Vasari, que fue de su propiedad tras pertenecer a El Greco. Esta posible estancia facilitaría la llegada de sus obras en la capital hispalense, donde se conservan algunas de ellas, como La Trinidad, firmada en 1624, en la catedral. Del convento de san Buenaventura proceden los cuatro lienzos de formato circular -tondos- con santos franciscanos que forman parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla desde el siglo XIX. Discípulo suyo fue el pintor de bodegones Pedro de Camprobín, nacido en Almagro (Ciudad Real), conocido miembro de la escuela sevillana.
La expresividad de sus figuras -santos, vírgenes y ángeles-, su pincelada decidida y el vivo colorido al que recurre nos recuerdan a la obra de su maestro. En su estilo también influyen las novedades de Italia, donde triunfaba el naturalismo tenebrista, conocido por el artista durante su estancia en aquel país. La presencia de obras y pintores italianos que, al inicio del siglo XVII, llegaron a España contribuyeron a reforzar este rasgo.