Hola. Espero que vaya bien este verano del 24, el mejor y único de nuestras vidas. Pongo esta entrada el día de la onomástica de las que se llaman Carmen. Y me acuerdo de mi primera maestra, la de párvulos, la que me enseñó las primeras letras de la vida. Qué agradecimiento el mío, siempre. Os dejo el artículo que le dediqué. Lo subí a este blog, pero ha desaparecido por problemas informáticos ajenos a mi voluntad. Lo repongo con mucho gusto. ¿Cuál fue vuestra maestra de referencia de la infancia? Seguro que hay una, o más. La mía, la señorita Maricarmen, como le decíamos. Abrazos y sed felices.
ELOGIO DE LA MAESTRA
José Cenizo Jiménez
Haré un elogio de la maestra, de mi maestra. Seguro que cada uno de ustedes, al preguntarles por el nombre de su maestro o maestra de referencia de su niñez, lo dirán con alegría y agradecimiento. En mi caso, diría la señorita Maricarmen, mi primera maestra.
Malagueña de nacimiento, María del Carmen Carretero Munita, fue destinada a Paradas, mi pueblo, en la campiña sevillana, allá por los inicios de los sesenta del siglo pasado. A los de mi generación nos enseñó las primeras letras cuando apenas contábamos unos cinco años, unos críos (aún lo somos en el fondo, ¿no?). Se asentó en el pueblo, formó una familia con un novio paradeño y, pasados unos años, hacia 1975, se trasladó con su marido y sus dos hijas a Sevilla.
Pasados unos cincuenta años de mi recuerdo indeleble, resulta que me hallo como profesor de Lengua del IES Beatriz de Suabia de Sevilla y ahí coincido con una profesora de Inglés llamada Carmen, que, miren por dónde, es la hija de mi adorada maestra. Hace unos días por fin logramos quedar con hija y madre para tomar un café. Les confieso que, de la emoción, me costó conciliar el sueño la noche anterior.
El encuentro fue muy cordial, cercano, cálido. Le llevé bombones y uno de mis libros, un ensayo dedicado a la poesía de Javier Salvago, también paradeño, un poeta prestigioso, premio de la Crítica y durante muchos años, hasta su reciente jubilación, guionista de Jesús Quintero, El Loco de la Colina.
Mi querida maestra es aún, a sus años, una mujer elegante, simpática, risueña, divertida, diría que feliz y grande corazón. Mi querida maestra, la señorita Maricarmen, es quien me llevó de la mano, en el inicio del tiempo que me ha sido concedido, por la senda de la escuela, las letras, la formación, pilares de mi vida y de mis principios, necesidad urgente para toda la sociedad: cultura y educación, mil veces más cultura y más educación. Gracias a ella y su desvelo estoy aquí, de profesor, la vocación de mi vida, amante de la lectura, autor de algunos libros y, por ello, quiero que estas palabras sirvan de profundo agradecimiento y homenaje a mi maestra de párvulos, a todos los primeros maestros, que pusieron esa primera piedra que luego nos ha ido sosteniendo.
Foto: Archivo de José Cenizo.