Desde hace muchos años, grandes instituciones geopolíticas como la Unión Europeo, o incluso los propios gobiernos nacionales y locales ponen el punto de mira en las formas de desplazarse de maneras más sanas, ecológicas y económicas. Sin embargo éstas son a la vez las más olvidadas, no solo en los presupuestos municipales, sino también en el espacio que se las dedica.
Caminar diariamente 2 km en lugar de ir en coche ahorra cerca de 90 kg de emisiones de CO2 al año, además de contribuir a mantener un peso saludable, mejorar la salud cardiovascular e incluso mantener a raya a los niveles de azúcar para personas que sufren diabetes tipo 2. Desplazarse caminando y vivir sin tráfico contribuye incluso a mejorar las relaciones sociales, la seguridad en las calles y hasta mejora la economía local.
Sin embargo, la apuesta generalizada de pueblos y ciudades es la de dedicar la mayor parte del espacio urbano a los coches, que ocupan un 60% del espacio público entre calzadas, aparcamientos o rotondas. Por si fuera poco, en la mayoría de los casos los vehículos a motor tienen prioridad sobre las personas que caminan en semáforos y cruces, donde los peatones tienen un espacio y un tiempo muy limitado para pasar.
Esta apuesta por priorizar el coche para todo tipo de desplazamientos ha fomentado su uso y contribuido a que el transporte por carretera sea el responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el Estado español. Además, ha provocado grandes problemas de salud pública, debido no solo a la contaminación atmosférica que producen, sino a los múltiples problemas de salud derivados del sedentarismo y la inactividad (enfermedad cardiaca, obesidad, diabetes tipo 2, problemas articulares, etc).
Cuando por estos días vuelve a tener lugar la Semana de la Movilidad, se ha demandado una actuación rápida y seria por un cambio de modelo que revierta todos estos problemas, rediseñando los espacios urbanos para poner a los peatones en el centro. En este sentido, la apuesta del borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de generalizar las Zonas de Bajas Emisiones en todas las ciudades de más de 50.000 habitantes, supone una oportunidad para pensar en ciudades para las personas y no para los coches. Asimismo, se debe poner un énfasis especial en los centros escolares, para mejorar la calidad del aire, la seguridad de estos entornos y fomentar los hábitos saludables en la infancia.
En cuanto a los desplazamientos al trabajo, se deben diseñar itinerarios para poder acceder al trabajo andando o en bicicleta hasta polígonos industriales y empresariales y otros lugares con concentración de centros de trabajo.