Hoy, 17 de noviembre, ha terminado ‘La XIX semana de la ciencia’, evento europeo de divulgación de la ciencia que se realiza anualmente en universidades y centros de investigación nacionales. Todos los años, desde que diera comienzo este evento, y durante una quincena, estos centros «abren sus puertas y ponen a su personal docente e investigador en contacto directo con la sociedad, para que el público pueda conocer de cerca su trabajo y se fomenten las vocaciones científicas» (Semana de la Ciencia, s.f.)
Pues bien, en el marco de esta semana de la ciencia y estando imbuida de la retórica de la lingüista Giovanna Mapelli, ocupada en su lectura (2009:67), me encuentro que cita un texto de Antonio Caballero, de divulgación científica, de naturaleza cosmológica y musical, para ejemplificar sus palabras y que transcribo literalmente:
«A veces los astrónomos profesionales utilizamos la Música para visualizar auditivamente algunos mecanismos astrofísicos: la pulsación de las enanas blancas, el campo magnético y el viento estelar de las estrellas masivas o los fenómenos energéticos en las atmósferas superiores de los planetas del Sistema Solar. En el último caso, las frecuencias de las ondas de radio, las tormentas electromagnéticas y el plasma ionosférico se pueden traducir a sonidos, que son como silbidos, coros y auroras. Estas últimas, causadas por sacudidas de electrones, emiten un sonido robotizado que el profesor Gurnett, de la Universidad de Iowa, ha llamado «R2-D2». […]
La Astrosismología estudia los modos de pulsación de las estrellas. Algunas retumban como campanas, otras como platillos, otras como las membranas de un tambor.» (José́ Antonio Caballero, 2007:26)
Me divertí imaginando a una estrella haciendo los ruiditos del personaje creado por George Lucas, R2-D2 de Star Wars, y me intrigó el hecho de pensar que la pulsación de una estrella pudiera retumbar como campanas, platillos, silbidos o coros. Y visualicé el sonido del universo, imaginándolo como una gran orquesta.
Aún con la miel en labios empecé a indagar sobre esta cuestión. Encontré que la Universidad de Iowa pone a disposición del público y, gracias al trabajo del profesor e investigador Gurnett, un enlace directo a la música celestial. ¿Qué le parecería escuchar a qué suenan las estrellas?
No puedo negar que fue una experiencia emocionante. Mientras escuchaba estos sonidos, imaginaba un gélido universo sombrío, y aquellos ecos lejanos que me imponen la evidente distancia entre un yo perdido en el Universo y aquellas estrellas sonoras a las que no podría acercarme sin abrasarme y volverme cenizas, polvo sideral.
Recordé entonces a los Pitagóricos quienes relacionaron la música directamente con los números, con las matemáticas, la geometría y como no, con la ciencia del cosmos, la astronomía.
Y es que la historia cuenta entre sus filas con nombres estrechamente relacionados con las artes y las ciencias.
¿Sabía que Brian Harold May, integrante de la banda británica Queen, además de músico y compositor es astrofísico? Este doctor, honoris causa en Ciencia por la Universidad de Hertfordshire, con publicaciones en revistas científicas como Monthly Notices of the Royal Astronomical Society o Nature, ha estado moviéndose entre el arte y la ciencia.
Pero hay nombres aún más brillantes en la astronomía que conectan el arte, en este caso la música y la ciencia. Dos de ellos son los de Caroline Lucretia Herschell y su hermano Frederick William Herschell.
Este último, hasta los treinta y cinco años estaba dedicado a la música y su docencia, llegando a componer infinidad de obras, y fue a esta edad que da un giro a su trayectoria y decide iniciar estudios universitarios en astronomía, doctorándose finalmente. Junto a su hermana Caroline Herschell construirá lentes para ver las estrellas y telescopios. Se le otorga el descubrimiento de Urano, de las lunas de Saturno Mimas, Encélado, Titania y Oberón, así también como, de la radiación infrarroja entre otros hallazgos.
Revisando las conclusiones a las que se han llegado a partir de estudios sobre la música y la estimulación cognitiva, me detuve en el que fuera liderado por el Dr. Christian Gaser, de la Universidad de Friederich Schiller en Iéna (Alemania), y que está publicado en The Journal of Neuroscience, uno de los más recientes y que sostiene que tocar un instrumento agudiza sentidos como el oído, la vista y la movilidad espacial.
Según esta Universidad alemana, esto no significa que un músico sea más inteligente que otra persona que no tenga conocimientos musicales, sin embargo, de este estudio, pionero en cuanto al análisis comparativo de la estructura completa del cerebro de músicos profesionales, aficionados y profanos de la música, ha encontrado valores diferencialmente significativos.
Gracias a la imagen mediante resonancia magnética se nos ha permitido apreciar la anatomía cerebral en tres dimensiones, y estos investigadores han descubierto las indudables ventajas de tocar un instrumento musical que no solo implica mayor capacidad perceptiva, sino que, incluso afecta a la actividad motora del cerebro debido a la necesidad de traducir rápidamente las notas de la partitura en movimientos de los dedos.
A pesar de estas evidencias, encontramos que la música no ocupa un lugar importante en el curriculum escolar, y así comprobamos que no está lo suficientemente prestigiada en nuestro país.
Al revisar algunos artículos de prensa y opiniones de nuestros docentes especialistas en música se comprueba su descontento con el hecho de que hoy la música sea una optativa que puede ser prescindible en la oferta académica de un centro de educación pública. En muchos centros prefieren ofrecer una Segunda Lengua extranjera en su lugar.
Queda incluida dentro de Educación Artística, asignándose tan sólo una hora y media a la semana, aspecto que indudablemente influye en la profundidad y alcance con que se puede trabajar la música en etapas como la de Educación Primaria.
Y entonces, podemos plantearnos la cuestión de ¿qué puede hacer el docente especialista en música ante tal panorama? Está claro que la norma le impone determinados estándares que no puede obviar y que por el bien de su alumnado tendrá que considerarlos ya que esto repercutirá en su posterior desarrollo personal, académico y profesional, pero, ante todo, la verdadera meta del decente será que quienes pasen por su aula llegue a apreciar el valor de la música y la sientan como parte indispensable en su vida.
Las cosas que te hace pensar el arte.
Por Ceres Adriana García-Baquero Velasco.
Pedagoga, Lda. en Ciencias de la Educación (Universidad de Sevilla), Gda. en Bellas Artes y postgraduada en Historia del Arte.
Experta en Gestión del Patrimonio y la cultura (Universidad de Sevilla).
Docente, artista visual y redactora de contenidos en diversos medios de divulgación científica y cultural.
Puedes dejar tu comentario aquí o escribirme a: ceresgbv@hotmail.com
Puedes visitar también: https://ceresgbv.wordpress.com/
Imagen: ilustración de Ceres Adriana García-Baquero Velasco, 2015
Referencias: