Parece que este año han tenido más peso las historias dramáticas o con finales poco felices en los criterios de los miembros de la Academia para designar a los candidatos en las distintas categorías. Tres de las nominadas al Oscar a la mejor película, “Lion”, “Manchester frente al mar” y “Moonlight”, se estrenaron consecutivamente, tal vez con la idea de dosificar las penurias y tribulaciones de sus protagonistas a los espectadores españoles. De las tres, la más triste es la segunda (pese a un guión tramposo), pero la más sólida, y con diferencia, es la tercera.

         Barry Jenkins debuta con una gran película sin rostros conocidos pero apoyándose en una historia muy potente contada con mucha sobriedad y elegancia. Frente a la tendencia de subrayar lo obvio, Jenkins opta, con bastante acierto, por la sutileza, por captar en todo momento la atención del espectador. Lo hace, además, con unos actores que transmiten verdad por los cuatro costados (salvo en algunas líneas de diálogo) y que consiguen trasladar al público las emociones que están viviendo.

         La película está estructurada en tres partes (Little, Chiron y Black), cada una de ellas con el nombre con el que identifican al protagonista, que está encarnado por tres actores diferentes, uno para la infancia, otro para la adolescencia y el último para la edad adulta. En las dos primeras partes ha de enfrentarse a un medio absolutamente hostil: una escuela donde es hostigado por los compañeros y un hogar desestructurado con una madre drogadicta; en medio de este panorama tan desolador, tan sólo cuenta con un ángel protector, Juan, que lo acoge como a un hijo, junto a su pareja, Teresa. Pero las cosas nunca resultan fáciles para este chico negro de familia muy pobre y homosexual, ni siquiera cuando ha dejado de ser un enclenque al que puede humillar cualquiera para convertirse en una persona con poder; entonces, cuando más fuerte parece, es cuando más débil llega a mostrarse.

          Barry Jenkins sabe emplear la cámara con inteligencia; igual se sirve de ella para presentar, en un barroco plano secuencia, a Juan, como para que pase desapercibida en los momentos más íntimos. El montaje, como ya se ha indicado, refuerza la idea de sutilidad, de no mostrar más de lo necesario, junto a algunos insertos de gran fuerza visual, como esa madre gritando a la cámara. No se puede pasar por alto el papel de Brad Pitt como productor ejecutivo de la película a través de su compañía Plan B. Y es que además de su carrera como actor, Pitt ha emprendido una fascinante trayectoria como productor impulsando documentales de calidad y películas relevantes como “El árbol de la vida”, de Terrence Malick, “12 años de esclavitud”, “Selma” o “Moonlight”.

Director: Barry Jenkins
Guión: Barry Jenkins, Basado en una historia de Tarell Alvin McCraney
Fotografía: James Laxton
Montaje: Joi McMillon y Nat Sanders
Música: Nicholas Britell
Productores ejecutivos: Sarah Esberg, Brad Pitt y Tarell Alvin McCraney.

Reparto: Mahershala Ali (Juan), Ashton Sanders (Chiron), Trevante Rhodes (Black), Shariff Earp (Terrence), Duan Sanderson (Azu), Alex R. Hibbert (Little) y Janelle Monae (Teresa).