Asombroso pero cierto, un euro con cincuenta céntimos y, si tiene la ciudadanía europea cero euros, por disfrutar del maestro Murillo, joyas de la pintura Barroca de la Escuela Sevillana.
La última vez que estuve en Nueva York, si deseaba disfrutar de Edward Hopper o de Georgia O'keeffe, dos de los artistas más representativos del arte neoyorquino, debía desembolsar, más o menos, en torno a unos veinticinco dólares americanos. Y, si no recuerdo mal, en general este era el costo para poder acceder a los espacios reservados al arte, a aquello que se considera patrimonio de la humanidad. Sin embargo, ver las preciadas colecciones del MoMA de Nueva York, para navegar a través de las insinuantes flores de Georgia O’Keeffe, la madre del modernismo estadounidense, o transitar por los espacios del Whitney Museum of American Art, donde se conserva una de las mayores colecciones de arte estadounidense del siglo XX y poder apreciar la soledad y el silencio reflejado en la obra de Edward Hopper, representante del llamado Realismo americano, no podía considerarse tirar el dinero.
Hoy, parece que nos encontramos más atrapados en el buscador de Internet Explorer que interesados en explorar el mundo físico. Esto, me hizo pensar en Wall-e, el robot al que Disney Pixar dio vida y que nos muestra rodeado de basura. Recordé a aquel futuro y, no tan futuro, que presenta a una sociedad humana que se abandona, pasando su existencia atrincherada en un sillón. Personas conectadas a dispositivos informáticos de entretenimiento.
Pensar que esto es más realidad que ficción me lleva a tomar conciencia sobre los beneficios para la salud de nuestra mente, de movernos, de pasear, de exponernos a la experiencia de vivir una vida menos virtual. Parece ser, según estudios al respecto, que la experiencia de visitar una exposición, que comienza con la acción de arreglarnos para salir a la calle y pasear, es indiscutible. El arte parece ser un potente estimulador del pensamiento creativo, de la actividad neuronal y en definitiva, el hecho de exponer nuestra mirada ante una obra artística funciona como potenciador del desarrollo cognitivo.
Hasta el 17 de marzo se puede visitar la exposición Murillo IV Centenario, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Una muestra que reúne más de cincuenta obras del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo, procedentes de pinacotecas de todo el mundo, y ya ve que, si tiene la ciudadanía europea, podrá poseer más de un Murillo, por un instante serán solo suyas estas pinturas y por el módico precio de cero euros. A qué espera para saltar de ese sillón, desconectar para conectar con la vida.
Las cosas que te hace pensar el arte
Por Ceres Adriana García-Baquero Velasco.
Pedagoga, Lda. en Ciencias de la Educación; Graduada en Bellas Artes y Postgraduada en Historia del Arte. Experta en Gestión del Patrimonio y la cultura (Universidad de Sevilla).
Docente, artista visual y redactora de contenidos en diversos medios de divulgación científica y cultural.
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Imagen: Fotomontaje realizado a partir de la imagen de acceso público por cortesía del National Gallery of Art, Washington, DC, del óleo sobre lienzo “Dos mujeres en una ventana”, c. 1655/1660 (medidas originales,125.1 x 104.5 cm ), del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682). Colección Widener, del National Gallery of Art, Washington, DC.