La vitamina C, nombre común del ácido ascórbico, es un nutriente que podemos encontrar en muchos alimentos en diferentes proporciones. Tiene una función antioxidante en el organismo, actuando frente a los radicales libres (compuestos formados en el cuerpo al transformar los alimentos que ingerimos en energía). Del mismo modo, la vitamina C es necesaria para la asimilación de hierro, por eso los dietistas-nutricionistas recomendamos comer frutas ricas en esta vitamina cuando comemos legumbres o vegetales de hoja verde (espinacas, berros), en detrimento de postres lácteos que impedirían o limitarían la absorción. Entre los beneficios de la vitamina C también encontramos su funcionalidad a la hora de producir colágeno o a la ayuda al mejor funcionamiento del sistema inmunitario, así como a la síntesis de neurotransmisores.
¿Se pueden consumir productos enriquecidos en vitamina C o utilizar suplementos? Sí, pero solo en caso de que sea necesario y siempre bajo la recomendación adecuada y supervisión por el profesional de la nutrición.
No es lo mismo adquirir la vitamina C de frutas y verduras que de un comprimido que te tomas periódicamente. Y no porque sea sintético, sino porque el suplemento solo contiene vitamina C y las frutas y verduras ricas en ácido ascórbico son mucho más que eso. Cuando comemos frutas ricas en vitamina C ingerimos una matriz de nutrientes que generan un efecto colaborativo en pro de la salud. En cambio, si tenemos una alimentación rica en azúcares añadidos y ultraprocesados pero suplementados en vitaminas, la mezcla no nos va a ayudar ni a asimilar correctamente la vitamina ni a obtener esa matriz de “nutrientes”.
En un estudio publicado en la revista Nutrients, se ha comparado la ingesta de kiwi (fruta rica en vitamina C) con suplementos de esta vitamina y se ha observado la influencia en el estado de ánimo. Los resultados encontrados en el plasma muestran que no hay diferencias entre el grupo que ha tomado la vitamina procedente de la fruta y el grupo que la ha tomado vía suplemento, es decir, a su organismo le ha llegado la misma cantidad. En cambio, las personas que obtenían el ácido ascórbico a través de la fruta presentaban un mejor estado de ánimo que el grupo que se suplementaba. Esto refuerza la idea anteriormente expuesta: los alimentos son mucho más que nutrientes. Además, cuando comemos un alimento, entran en juego otros mecanismos como la masticación, el tiempo de ingesta, la digestión, disminución de otros productos menos saludables, la asociación que generamos con su consumo, la percepción sensorial, etc. Por otro lado, en el grupo suplementado, solo se encontraron mejoras en sangre y en el estado de ánimo en aquellos individuos que mostraban carencias de esta vitamina antes del estudio, por lo que volviendo a la idoneidad de la suplementación debemos tener en cuenta que puede ser un recurso efectivo solo cuando es necesaria (debido al déficit) y siempre bajo la supervisión y control del profesional de la nutrición.
Para terminar, debemos tener en cuenta que cuando tomamos suplementos, en muchos casos depositamos la esperanza en el comprimido y descuidamos la alimentación, lo cual sí tiene un efecto perjudicial. Y hemos de recordar que los suplementos no son pastillas mágicas y deben usarse con prudencia y responsabilidad.