Venir a ella, nacer, empezar a ser… Irse de ella, morir, dejar de ser. La vida es venir e ir, y como todo, se puede hacer de diferentes maneras.
Desde la ciencia, el pre-embarazo, la gestación, el postparto… son fases cada vez más estudiadas, dejadas poco o nada al azar, evitando que haya elementos que interfieran en un desarrollo normal, saludable y exitoso.
Se investiga para proteger a la madre, para velar por el feto y el posterior bebé. Se invierte en técnicas y aparatajes orientados a lo referido, buscando que la especie perdure con nuevos y sanos individuos.
Sin embargo, no parece -al menos en España- que el interés por ese periodo de la vida sea el mismo que para la fase final, la de la despedida; como si valiera menos porque implica dejar de aportar a la especie humana. A diferencia de lo que podemos encontrar en otros países, incluso no lejos geográficamente.
Frases del tipo: “Esperemos que no haya sufrimiento”, “Ojalá pase de noche”, “A ver si tiene suerte y no se entera de nada”, “Es justo para esa persona que pueda descansar ya tranquila”… no son asociadas con la fecundación, gestación y parto, sino más bien con la ida, con el previo al inicio de ese viaje tan desconocido como temido para muchos.
La reflexión aquí descrita lleva un punto implícito de queja y reivindicación, posiblemente de frustración por una situación familiar, por la impotencia por no poder ayudar a alguien querido -cuando sabes que la estancia aquí llega a su fin- a que se vaya como le plazca, como mejor le venga, como considere más apropiado para su calma y sosiego.
Quizás este escribiendo de manera terapéutica, espero me disculpes, pero no por ello dejo de ser consciente del sufrimiento de muchas personas enfermas y sus familiares, cuando llegan a un punto de “no retorno”, un instante en el que mirar para atrás sólo tiene un sentido: sonreír por los momentos compartidos y despedirse con un… ¡Hasta pronto!
Es fantástico ayudar a las personas a mejorar, a crecer, a aprender, a levantarse… pero no debemos despreciar el valor del acompañamiento al viaje a no sé dónde, pero de ida de este mundo en el que se compartió tantas vivencias que, de seguro, cada ser humano que lo emprende se lleva consigo.
LA PREGUNTA DEL "MILLÓN": ¿Debería ser un apartado educativo preparar a la infancia para el viaje de irse de la vida?
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Manuel Salgado Fernández
PSICÓLOGO CLÍNICO // Col. AN-2.455