El empleo del sonido, la música y el movimiento con objetivos terapéuticos en el tratamiento, la educación y habilitación de niños y adolescentes permite: Abrir canales de comunicación. Estimularlos mentalmente. Satisfacer sus necesidades afectivas. Ofrecer un medio de expresión individual. La música como arte y la musicoterapia como ciencia posibilitan tres funciones importantes en el proceso de sensibilización, integración y globalización del individuo.