LAS COSAS QUE TE HACE PENSAR EL ARTE #ARTE #EDUCACIÓN #CULTURA #SALUD
CAPÍTULO X: ‘AL OCASO DESDE LA CALETA.’ TEMPORADA ESTIVAL EN CÁDIZ.
Por
Ceres Adriana García-Baquero Velasco
Post #13

Justo pocos minutos antes de que el sol se oculte en el horizonte una intensa luz naranja invade todas las calles de esta ciudad redonda. Con su mirada siempre puesta en el océano, da igual desde donde camine todas sus calles le llevan al mar.

Y a su vez, como reza el refrán popular, ‘todos sus caminos conducen a Roma’, y así desde todas las calles de la ciudad antigua se puede ver su imponente ‘Catedral de la Santa Cruz sobre las aguas’, construcción de entre finales del siglo XVIII y primer tercio del XIX, de estilo barroco, rococó y neoclásico, que es conocida por sus gentes como la 'Catedral Nueva'.

Pero si tomamos el Callejón de los Piratas, a la izquierda de esta Catedral edificada casi al borde del mar, y a la derecha del 'Arco de la Rosa' de la muralla medieval, llamado así por la imagen de la virgen que albergó en su hornacina, se presentará ante nuestros ojos la Iglesia de San Juan de Dios, 'la Catedral Vieja', la del siglo XVI, que fue edificada a su vez sobre una catedral gótica.

Adentrándonos en esta ciudad portuaria, caminando por sus calles y callejones vamos encontrando al paso, a veces, de un modo un tanto inesperado, alguna de las muchas plazas con sus iglesias o capillitas que exponen el carácter religioso de una ciudad ambivalente entre el festejo carnavalesco y la austeridad del oficio religioso, que para sorpresa de muchas miradas, contiene tesoros escondidos como ‘los Goya’ del Oratorio de la Santa Cueva, o las más de 120 torres entre las cuales una lleva el nombre de 'la bella escondida'.

Otro de los tesoros que puedes encontrar se llama Desiré Usal, a quien conocí en la oficina de turismo que hay frente a la Caleta, en la avenida Duque de Nájera, quien de un modo extraordinariamente generoso compartió conmigo su saber sobre los mitos, leyendas y verdades de esta ciudad antigua que encierra en sí tanta historia.

Allí mismo, conocimos también a un pirata de los de verdad, quién se presenta como ‘Alfonso, historiador y poeta’, al menos así reza en su tarjeta de presentación. Personaje pintoresco que recita la historia de 'Gadir' (primitivo nombre fenicio de Cádiz) y su Castillo de San Sebastián con una gracia única, sin parangón.

Cádiz, o como la llamamos popularmente, 'La Tacita de Plata', asentada sobre su península, cual si fuese su plato si es vista desde la bahía del casco antiguo rodeado por agua, ofrece un espectáculo único con cada puesta de sol en la Caleta.

El porqué de este comparativo con el menaje y la plata no se sabe con certeza barajándose posibles razones que van desde sus orígenes fenicios a su orografía, pasando por el mito de Hércules a cuyo templo situado en la isla de Sancti Petri (actual Castillo de Sancti Petri) acudirá el propio Julio Cesar para encomendarse antes de la batalla.

Sin embargo, y dispuesta a elegir, prefiero aquella que apunta al blanco de sus fachadas que la hace brillar lustrosa como si fuese de plata ante un sol que parece incendiarla cada atardecer.

Pasear por Campo del Sur, pasando por la avenida Duque de Nájera hasta las murallas de San Carlos, te puede llevar a otro lugar, al otro lado del Atlántico, al Malecón de la Habana, haciendo honor al famoso símil de Cádiz conocida como la Habana Vieja con la otra ciudad, la cubana.

Sobre las ocho y media, casi las nueve de la tarde, el fuego que se refleja en las viejas piedras con cicatrices de salitre nos guía como un faro hacia el ocaso del día. Una cita con el mar que no puede esperar, sigue su propio ritmo, sin detenerse, evidenciando nuestro lugar en el espacio.

Pasear a esta hora, a la de la despedida del día, desde la catedral hasta la playa de la Caleta para detenerse a mitad de camino y contemplar de cara al mar, a un lado, la Catedral incendiada de sol y al otro, el cielo tomando el color del fuego, hace que esta cita con el final del día sea cada vez una experiencia única a la que me he aficionado.

Como butaca elija la arena de la caleta, protegida a un lado por el castillo de Santa Catalina, fortaleza del siglo XVII con vistas panorámicas al Atlántico; y al otro lado, protegida por otra fortaleza que se eleva sobre un islote, el Castillo de San Sebastián con su faro unido a la costa por un malecón, sabiendo que este espacio ocupado por esta fortaleza defensiva del XVIII fue, en otro tiempo, una ermita veneciana y aún antes, en tiempos fenicios, el templo del dios del tiempo, el dios Crono o Saturno en tiempos romanos.

Ahora me detengo en ti Cádiz, la ciudad antigua, la que acalla y festeja con una gracia peculiar, la gaditana. La ciudad de historias, de descubrimientos, de batallas, de constituciones, de cambios; la que ha visto pasar el tiempo a veces detenida, a veces agitada; la que termina en Puertas de Tierra que es donde comienza el territorio de los que popularmente llaman aquí ‘beduinos’, los de la otra Cádiz, aquella que también fue en otro tiempo tierra de huertos.

Sentada en la arena contemplando el vaivén de las olas meciendo las viejas barcas de pescadores y hombres de mar, al cobijo del Castillo de Santa Catalina, despido el día y reflexiono un poco cada vez. Me dejo acariciar por esta luz que suavemente se va fundiendo en el cielo y se refleja en el agua salada de esta caleta, en la roca, en el malecón, en las piedras.

Toda esta la luz expuesta en un segundo que se escapa ‘en un abrir y cerrar de ojos’. Me siento girando, siento el movimiento del tiempo.

Las cosas que te hace pensar el arte, las cosas que te hace sentir el arte.

Imagen: Fotografía, 'Al ocaso desde la Caleta', Cádiz, 26 de julio de 2019. Autoría: Ceres Adriana García-Baquero Velasco.


Por Ceres Adriana García-Baquero Velasco.

Pedagoga, Lda. en Ciencias de la Educación (Universidad de Sevilla), Gda. en Bellas Artes y postgraduada en Historia del Arte.

Experta en Gestión del Patrimonio y la cultura (Universidad de Sevilla).

Docente, artista visual redactora de contenidos en diversos medios de divulgación científica y cultural.


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