Actualmente, la Zona Arqueológica incluida en el Conjunto Arqueológico de Carmona está constituida, entre otros elementos, por dos núcleos de edificaciones singulares datados en época romana, entre los siglos I y II d.C.: la Necrópolis, considerada como uno de los conjuntos funerarios romanos de mayor extensión y mejor conservada de la península, y el Anfiteatro, construcción de carácter lúdico, ambos situados en el sector occidental a las afueras de la ciudad, con una extensión aproximada de ocho hectáreas. Son dos las características generales que dan personalidad propia a la Necrópolis: el empleo de la incineración como ritual de enterramiento y el conjunto de cámaras funerarias subterráneas excavadas en la roca (hipogeas); en el interior de ellas se depositaban las urnas cinerarias, accediéndose a la cámara por un pozo o una escalera. La parte emergente de las tumbas han desaparecido por expolios históricos. El tipo más generalizado de tumba era el mausoleo de carácter familiar. Junto a éstas aparecen los crematorios, excavados también en la roca, donde era depositado el difunto sobre la pira, e incluso en ciertos casos se llegaba a utilizar como enterramiento. Existen algunas tumbas, las más tardías, de inhumación. Vinculado a la Necrópolis, encontramos el Anfiteatro, excavado parcialmente en la roca del alcor y aprovechando la pendiente natural del terreno, lugar en el que se celebraban los juegos gladiatorios y otros espectáculos propios de este tipo de edificio. Parte del mismo era utilizado como necrópolis.