Ubicado en el Parque Centro, el embrión originario del Museo de Alcalá de Guadaira está constituido por dos colecciones:
ALCALÁ EN LA PREHISTORIA. Explica cómo el territorio de Alcalá de Guadaíra hunde sus raíces en la Prehistoria, y se desarrolla en un recorrido temporal que comienza hace 400.000 años, en el Paleolítico Inferior. La exposición, que cuenta con paneles expositivos y restos expuestos en vitrinas, está montada de forma explicativa, lineal y cronológica, entendiendo la importancia de su función didáctica. ALCALÁ ANTES DEL HOMBRE. Contiene una serie de restos fósiles de la zona, entre los que destaca el de una ballena. La Colección Arqueológica Municipal de Alcalá de Guadaíra surge como resultado de las aportaciones de particulares y hallazgos casuales producidos durante toda la segunda mitad del siglo pasado. Se forma así un fondo heterogéneo, en su mayor parte compuesto por piezas procedentes del término municipal alcalareño, pero también con representación puntual de otros ámbitos y contextos culturales. La Colección presenta un arco cronológico amplio, desde la Prehistoria hasta el siglo XIX. No obstante, algunos períodos destacan por la singularidad de las piezas representadas. Este es el caso de la estatuaria y materiales cerámicos de época romana, así como las piezas de época prehistórica. La diversidad cronológica, espacial y funcional de la Colección Arqueológica representa un reto a la hora de su exposición. Muchas piezas son fragmentos aislados y poco comprensibles, por lo que se ha optado por una selección de aquéllas más representativas, ordenadas en torno al argumento de la evolución histórica del territorio alcalareño. El territorio se convierte en el principal referente a la hora de comprender la Historia, un espacio vivido por sociedades en continua transformación desde la Prehistoria hasta nuestros días. Los testimonios materiales que componen la Colección Arqueológica nos transmiten parte de este proceso, a lo largo del cual el espacio alcalareño se ha venido conformando. La ordenación y el aprovechamiento humanos del territorio terminan por concretarse en el surgimiento de una red de asentamientos, entre los que Gandul primero y Alcalá de Guadaíra posteriormente marcan la urbanización del espacio. Los primeros testimonios de presencia humana en el territorio de Alcalá de Guadaíra se documentan en el Paleolítico (hacia 400000 a.n.e.), si bien no es hasta el Calcolítico (III milenio a.n.e.) cuando se produce un verdadero asentamiento de pobladores. Al igual que el Aljarafe, los Alcores presentan una situación de relieve singular en relación con un entorno agrícola productivo, cuya explotación marca el inicio del proceso histórico a nivel comarcal. Entre los yacimientos arqueológicos que jalonan el término alcalareño, en esta etapa formativa destaca el de Gandul. Pese a que su investigación ha sido discontinua, poseemos una panorámica general de su importancia y evolución. Gandul surge como un asentamiento de carácter urbano en el Calcolítico, perdurando en su desarrollo hasta la Edad Media con numerosas transformaciones. La zona urbana comprende el conjunto de la Mesa de Gandul, escarpe alcorizo volcado hacia la campiña del Guadaíra Corbones. En torno a ella, entre época prehistórica y época romana se dispone una amplia zona de enterramientos, que se inicia con los sepulcros de corredor calcolíticos, continúa con la necrópolis tumular de Bencarrón en época protohistórica (siglos VIII-VI a.C.) y finaliza con las necrópolis de inhumación e incineración de época romana (hasta el s. III d.C.). Los testimonios de la Prehistoria se encuentran ampliamente representados en la Colección Arqueológica Municipal, a través de un amplio conjunto de piezas de talla lítica, que incluyen microlitos (dientes de hoz principalmente), puntas de flecha, moletas para molienda del grano y hachas y azuelas pulimentadas. Todo ello nos sitúa en un contexto en el que los grupos humanos presentes en la zona ya han desarrollado una economía agropecuaria, posiblemente con un encuadre cronológico en torno al Calcolítico / Bronce (III / II m. a.n.e.). Durante el Calcolítico la Mesa de Gandul es uno de los primeros poblados que se encuentran en la zona de Alcalá. Se sitúa en un reborde orientado hacia la campiña del Guadaíra y la Sierra de Cádiz, en un paso natural hacia el valle del Guadalquivir. Es la época de los grandes enterramientos megalíticos: Cueva del Vaquero, Tholos de Las Canteras, Tumba del Pedrejón, Dolmen del Término... Se trata de una sociedad compleja, agrícola y ganadera, en la que se trabaja el metal, que llega a través del comercio. Ya en la Edad del Bronce encontramos los primeros restos arqueológicos en el Cerro del Castillo: huellas de cabañas circulares rodeadas por una muralla de piedra. El poblado se localizaba en el extremo noroeste del Cerro, actualmente ocupado por el Patio de los Silos del castillo medieval. Se mantiene la economía agrícola y ganadera en torno a poblados situados en altura: Cerro del Castillo, Cerro de Gandul... Junto con las piezas de industria y talla lítica propias de la economía agropecuaria de los períodos prehistóricos encontramos en la Colección Arqueológica Municipal las primeras evidencias cerámicas a partir de la Edad del Bronce, a través de los restos cerámicos documentados en el Cerro del Castillo: formas toscas y multifuncionales que nos hablan de una producción local, destinada a servir en los diversos aspectos de la vida cotidiana de estos primeros pobladores.