RACHID OURAMDANE/COMPAGNIE DE CHAILLOT
En un escenario desnudo, delimitado por la iluminación o mostrando imágenes proyectadas en una especie de niebla, Rachid Ouramdane conjura la infancia y el envejecimiento. A través de elementos que evocan el paso del tiempo y la ausencia, imagina cómo seguimos adelante influenciados por otras personas que ya no están a nuestro lado, esos fantasmas que nos acompañan.