Artista Dionisio González
Un fenómeno paradójico recorre la historia de la literatura del siglo XX: escritores que cuestionaron profundamente el acto de escribir, incluso mientras producían extensas obras. Breton, Artaud, Blanchot, Bataille o Gide figuran entre los llamados “escritores del no”, autores que convirtieron la negación del lenguaje en una forma radical de creación.
Inspirados por figuras como Rimbaud o Bartleby, de Melville, estos autores sostuvieron que la vida auténtica no podía ser representada por el lenguaje. Su obra expresa una tensión constante: escribir sobre la imposibilidad de escribir. Tal es el caso de Lord Chandos, personaje de Hofmannsthal, quien renuncia a la escritura al descubrir que las palabras ya no logran captar la esencia de lo real.
Esta crítica al lenguaje como forma de modelar la vida ha influido en un nuevo tipo de escritura contemporánea: textos que operan desde la resignación, el silencio y la sospecha, más cerca de la disolución que de la afirmación. Lejos de proclamarse autores, estos nuevos escritores actúan como operarios del límite, fascinadores del vacío que revelan la crisis de sentido de la literatura misma.
Una escritura que, más que decir, se interroga. Que no afirma, sino que duda. Y que, al hacerlo, redefine lo que entendemos por creación literaria en nuestro tiempo.
Dionisio González presenta una obra inspirada en los misólogos, escritores que sostenían que la escritura rodea lo real sin poder capturarlo. Entre ellos se encuentran André Breton, Paul Valéry, André Gide o Antonin Artaud. A partir de textos de Valéry y Maurice Blanchot, González crea una serie de cielos acompañados de fragmentos literarios que, sin embargo, quedan velados por las propias nubes. Esta superposición alude a la idea de que el lenguaje funciona como una nube de “no pensamiento”, incapaz de contener o ejecutar plenamente la realidad.