ROCÍO MÁRQUEZ
Himno vertical es un réquiem que va más allá del tradicional canto de despedida y misa por los muertos, transformándose en una obra que honra tanto el final como el comienzo, el fluir y la transformación.
No responde a una única autoría, sino que se construye como un eco coral colectivo, una ceremonia circular que invita a reflexionar sobre la vida y la muerte no como opuestos, sino como partes de una misma danza. En un mundo obsesionado con la individualidad y la marca personal en la creación, esta obra difumina la autoría hasta desaparecer, convirtiéndose en una voz anónima que se entrelaza con memorias y pensamientos de quienes la experimentan.
La estructura de Himno vertical es una espiral sin un inicio o final claro, con un vacío en el centro que simboliza el equilibrio entre creación y disolución. La muerte se presenta no como un fin abrupto, sino como una pausa y un punto de retorno dentro del ciclo vital, invitando a un redescubrimiento constante.