No te digo que suene banal, intrascendente o incluso inapropiado analizar aspectos económicos en estos momentos, cuando el número de personas infectadas y el de fallecidas se incrementa exponencialmente cada día.
Sin embargo, pensando en que habrá “un mañana”, y también “un hoy”, no puedo sino traer en el día presente mi reflexión sobre lo que significa -y significará- esta crisis en términos financieros, no porque yo sea economista, sino porque el estado emocional de las personas se ve afectado por su situación económica.
Podemos establecer dos escenarios: uno primero, en el que estamos, donde se producen ERTEs cada día, los autónomos no pueden desarrollar su actividad y será cuestión de tiempo que haya personas que empiecen a notar las consecuencias en su capacidad de liquidez, es decir, en su potencial para hacer frente a los gastos diarios básicos.
Esto va a generar angustia, principalmente, e impotencia sobre qué hacer para gestionar la situación, con la consiguiente repercusión en la autoconfianza y autoestima de muchas personas, que no harán si no dificultar más el poder encontrar soluciones a sus delicados momentos.
El otro escenario vendrá cuando la noticia sea: “Volvemos a la normalidad. No se registran nuevos casos de COVID19. Se da por resuelta la pandemia y la epidemia”. Aparte de un titular esperado, deseado y necesario, abrirá la puerta a una dimensión complicada para millones de personas.
Muchas de ellas no tendrán empleo o habrán visto reducido su salario mensual; otras deberán trasladarse a otra ciudad, por los mismos motivos laborales; otras no tendrán más remedio que dar por finalizado su proyecto profesional como empresario y autónomo. Todas estas opciones tendrán un coste, implicará un desgaste emocional, una movilización de recursos psicológicos para afrontar una enorme problemática, con la que se tendrá que convivir durante algún tiempo.
No es mi tendencia ser pesimista, ni basarme en un estilo del “metemiedo”, pero debemos ser conscientes de que todo esto que vendrá, sí o sí, se ha de minimizar lo más posible, para reducir los efectos psicológicos colaterales a esta tremenda crisis que arrastramos, a todos los niveles.
El papel de los políticos, ni que decir tiene que será fundamental, pero también lo será el de funcionarios y jubilados, que serán posiblemente los que menos sufrirán las consecuencias económicas en primera persona.
No obstante, en este intento de preparar, no quiero dejarte en estado de intranquilidad, así que ahora tengamos calma y confía también en tus capacidades para generar soluciones cuando debas tomar decisiones. Seguro que no es la primera vez que te has enfrentado a momentos delicados en tu vida y estoy convencido que esas experiencias anteriores te servirán de apoyo para recordar que sabes, puedes y debes continuar en la búsqueda de salidas victoriosas, desde la paciencia, desde la constancia, desde la ilusión.
LA PREGUNTA DEL "MILLÓN": ¿Eres de esas personas que empiezan a hacer cuentas sobre qué margen de tiempo tienes?
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Manuel Salgado Fernández
PSICÓLOGO CLÍNICO y DEL DEPORTE // Col. AN-2.455